Darwinismo digital

Lluís Cucarella
Lluís Cucarella
Periodista y consultor. CEO de Next Idea Media y de SSN Comunicación. Ha sido, entre otros cargos, director del periódico Levante-EMV, subdirector general de Prensa Ibérica Digital, director de contenidos digitales, director de Transformación Digital y director de negocio digital en una quincena de periódicos regionales (La Nueva España, Faro de Vigo, Diari de Girona, Diario de Mallorca, La Provincia/Diario de Las Palmas, Levante-EMV, etc.), entre otros cargos. Desde 2016 es CEO de la consultora para medios Next Idea Media, y de la Agencia de Comunicación SSN, así como director editorial del Laboratorio de Periodismo de la Fundación Luca de Tena y director del Observatorio para el Desarrollo del Periodismo Local, entre otras responsabilidades. Especializado en dos áreas: periodismo local y desarrollo de audiencia en modelos de suscripciones de pago o membresías, es también profesor, escritor y conferenciante.

(artículo publicado inicialmente en La Nueva España)

En todos los procesos de transformación digital que están acometiendo las empresas, uno de los elementos que más peso tiene en la hoja de ruta es el de la velocidad. Esto es: ser capaces de adaptar las estructuras existentes para reducir al mínimo el tiempo que discurre entre que un consumidor desea un producto o servicio y la empresa lo entrega.

Todo lo queremos ahora, inmediatamente. La llegada a los mercados de las nuevas generaciones no es sino un paso más en la constatación de que la velocidad es uno de los factores determinantes a la hora de que el consumidor decida. Si los de la Generación X aún éramos capaces de aguardar pacientemente que un paquete, un producto, (o una carta, sí, con sello de correos) tardara semanas en llegar, los de la Generación Y ya lo eran menos, y los de la Z (millenials), han crecido con internet, e internet siempre ha estado ahí para ellos, en cualquier momento, y en su ADN está incorporada la inmediatez.

Esa frase que hemos oído tantas veces quienes crecimos y nos hicimos hombres entre las paredes de una redacción, ese atemorizador «lo quiero para ayer», es hoy la metáfora real de un mundo en que deseamos tenerlo todo desde ayer.

El ‘streaming’ nos permite disponer de música, cine o series en tiempo real. Amazon acaba de poner en marcha en Madrid un servicio exprés para usuarios Premium, por el cual dispone de una referencia de más de 18.000 productos, desde leche hasta ordenadores, con el compromiso de entrega en una hora. Ahora, además, prueba ya experimentalmente el reparto con drones en Reino Unido. Las webs de servicios dedican el lugar más destacado a comprometerse a que la activación del producto contratado es inmediata.

Velocidad en todos los aspectos, no sólo en servicio al cliente, hacia afuera, sino también hacia adentro de las empresas,en adaptación, en capacidad de cambio. Sin esta última, además, es imposible alcanzar la primera.

Cada día queda más claro que ya no hay empresas grandes o pequeñas, sino empresas veloces y empresas lentas, y que las grandes ya no se comen a las pequeñas sino las ágilesa las pesadas. El método Lean y el producto mínimo viable, que tanto se ha generalizado entre emprendedores, ya anima a lanzar un producto pronto, una vez cumpla unos mínimos niveles de calidad, para que sea el cliente el que lo vaya mejorando.

El periodismo no es ajeno a ello

Y en el mundo del periodismo ocurre lo mismo. La velocidad de respuesta cobra cada día más importancia. He asistido y he participado decenas de veces en el mismo debate: ¿Velocidad o calidad? Y el debate, muchas veces, está enfocado desde un punto de vista erróneo. No se trata de contraponer ambos conceptos, sino de trabajar por separado en cada uno de ellos para que, independientemente, nos den la mayor velocidad de respuesta, con la mayor calidad.

Presuponemos a veces que los tiempos de captación de la información o de confirmación de la información son inmutables: los mismos que ha marcado hasta hace poco la información impresa: la agenda de contactos, la llamada telefónica personal del periodista. Pero el mundo digital nos permite ser mucho más rápidos si sabemos hacer un bueno uso de la tecnología. Ese es el factor diferencial.

En esa línea, muchos periódicos empiezan a poner en marcha ‘bots’, (que no son más que aplicaciones informáticas que son capaces de realizar tareas automatizadas), en redes sociales o en cualquier web. Recopilan, analizan, ordenan y dejan la información preparada para que el periodista haga su labor.

Es el caso de Buzzfeed, que puso en marcha días atrás un ‘bot’ en Facebook Messenger que recopilaba historias de la Convención Republicana en Cleveland. Tenía programadas respuestas para varios temas e interactuaba con los usuarios de Facebook. Detrás, un equipo filtraba los datos y los pasaba a los periodistas para que estos realizaran su trabajo.

El ‘bot’ conseguía historias y ayudaba a contrastar otras que de otra manera no hubieran salido a la luz. Conseguía historias de muchos lados. Llegaba donde no llegaban los periodistas. Y, además, deprisa.

Otro ‘bot’ fue capital para cribar todos los datos de Wikileaks. Hay algunos bots programados para escribir artículos sencillos, como información de terremotos en Los Ángeles, o previsión del tiempo (BBC).

Los ‘bots’ capturan el matiz, el dato, o pueden incluso ayudar a contrastar informaciones. O, como está intentando el New York Times, con un ‘bot’ que se agrega al canal de Slack (una de las plataformas de las que se puede sacar mucho provecho periodísticamente), recibir resultados en tiempo real y actualizaciones que mejoren el grado de vinculación con nuestros lectores (‘engagement’), y nos ayuden, además, a conocerlo, sin soslayar nunca el deber ético de indicar en todo momento que se trata de un ‘bot’ y no de una persona real.

La tecnología al servicio del periodismo, sin olvidar nunca que sin periodistas no hay periodismo. Nuevas formas, nuevos hábitos que nos permiten adaptarnos a los tiempos cambiantes y que, en este caso, sin perder ni un ápice de calidad, nos ayudan a ser más veloces, llegar antes a nuestros lectores. En definitiva, adaptarnos a un mundo cambiante.

Como diría Brian Solis, puro darwinismo digital.

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